Miles de turistas de distintas latitudes llegan atraídos por las 23 playas que ofrece Buzios, cuya atmósfera familiar se disfruta 180 kilómetros al norte de Río de Janeiro.
Una brisa cálida nos acaricia la piel mientras desayunamos frutas de todos los colores y escuchamos el sonido de las olas del mar al desvanecerse elegantes sobre la arena blanca que bordea las costas de Armacao dos Buzios, en la costa de Brasil. Desde el balcón del hotel, una de las típicas posadas del lugar, con tejas anaranjadas, adornos de caña y melodías que hablan de amor en portugués, alcanzamos a ver este horizonte soñado de aguas azules envueltas en morros verdes y una sensación eléctrica nos recorre el cuerpo con sólo imaginar todo lo bueno que está por venir.
Buzios, a 180 kilómetros hacia el este de Río de Janeiro, se encuentra en una península sobre el océano Atlántico y sus 23 playas ofrecen atractivos para todos los gustos. Se trata de una antigua aldea de pescadores, devenida en un importante centro turístico que en temporada alta –desde el 27 de diciembre hasta el 1 de marzo– alberga a viajeros que llegan desde los cinco continentes. Uno de los tantos aspectos pintorescos del lugar es que todavía guarda con celo la mística que marcó sus orígenes: en las primeras horas del día, las pequeñas embarcaciones pesqueras se adentran en el mar con el propósito de hacer sus capturas. Un espectáculo espontáneo por el que vale la pena madrugar.
Sobre el lado norte de la península, el mar es más bien cálido y el oleaje sereno permite el desarrollo de actividades náuticas como snorkel, buceo y kayak. En estas costas se encuentra la vedette de las playas: Joao Fernandes, la más elegida por los argentinos. Esa característica la convierte, tal vez, en la más concurrida. Al igual que su hermana menor, Joao Fernandinho, que se encuentra del otro lado del cerro, dispone del servicio de alquiler de sombrillas y reposeras. El paisaje de postal, la amplia oferta gastronómica de los paradores y la cercanía con el centro –se llega tras recorrer la zona costera a pie durante unos veinte minutos– transforman estos sitios en lugares ideales para pasar el día en familia.
Hacia el sur, el entorno –algo más silvestre y ventoso– genera las condiciones perfectas para practicar deportes como surf, windsurf y kitesurf. Allí asoma Praia de Geribá, que con salida abierta al mar y dos kilómetros de arena es una de las más extensas de Buzios. Aquí, el oleaje es agitado y la temperatura del agua suele ser más fría. Se trata de un lugar magnifico para salir a correr o hacer caminatas, frecuentado por los que disfrutan de un ambiente descontracturado.
Un lugar ideal para surfistas
Praia Brava, menos alejada del centro, es otro punto de reunión de los surfistas y el público es notoriamente más joven. Desde allí, un sendero sinuoso que sólo es posible atravesar caminando conduce a la playa Olho de Boi, el páramo de todos aquellos que gozan de la práctica del nudismo.
Movilizarse en Buzios es un placer. Las calles adoquinadas que surcan las laderas bañadas en la espesa vegetación invitan a recorrer la península a pie. A medida que uno avanza es fácil encontrar la salida a cada una de las playas. Las subidas y bajadas –intensas en algunos trayectos– provocan una sensación de aventura y en los puntos más altos se puede disfrutar de los mejores paisajes y de esa brisa marítima que, al rozar la cara, se lleva todas las tensiones.
Aunque caminar el terreno de punta a punta no lleva más de 40 minutos, se pueden alquilar autos, bicicletas y buggys, por 100 a 120 reales diarios. Además, las combis llevan a sus pasajeros a cambio de dos reales y recorren todo Buzios.
Desde un muelle céntrico, una goleta nos lleva hacia el lado norte de la península. El deslumbrante paisaje exhibe la espuma del mar, el verde de los morros y los tintes anaranjados de los tejados portugueses. Durante el paseo de dos horas y media, la embarcación se detiene tres veces para que podamos tirarnos a las mansas aguas y hacer la plancha de cara al sol.
Una calma especial abraza la ciudad al atardecer. La zona de Praia de Armacao, a apenas unos pasos del centro comercial, ofrece uno de los paisajes más cinematográficos que se pueden encontrar. Los pescadores amarran sus botes de colores en la orilla del mar y el ocaso tiñe las aguas de anaranjado, mientras las mesas de los barcitos costeros se alumbran con velas. Es un gran momento para sentarse y tomar una foto de recuerdo.
Sin embargo, los que más conocen la zona aseguran que la mejor base para contemplar la caída del sol es Praia Azedinha, que se encuentra a menos de media hora de caminata desde el centro. Los mejores conocedores de la zona cuentan que fue esa pequeña playa de rocas y aguas transparentes la elegida por Brigitte Bardot para desatarse la bikini en 1964, cuando visitó Buzios junto a su novio brasileño Bob Zagury.
El paso de la actriz, que buscaba escapar del acoso periodístico en Río de Janeiro, logró poner a la entonces aldea de pescadores frente a los ojos del mundo. La curiosidad atrajo a viajeros que jamás hubieran pisado aquellas rústicas calles de arena y el creciente turismo internacional llevó a que hoy muchos consideren Buzios “La Saint Tropez brasileña”.
Por esa razón, la rambla que bordea el mar se denomina Orla Bardot. Sobre la costanera yace esbelta una escultura que homenajea a la estrella de cine nacida en Francia, que fue erigida por la artista paulista Christina Motta y que parece tomar vida cuando la gente se acerca para retratarse con esa figura inmóvil.
Atracciones nocturnas
Al caer la noche, las calles del centro comercial se encienden con el intenso movimiento de los restaurantes, mientras de fondo una guitarra que recrea una canción de bossa nova y las suaves percusiones crean un clima romántico de ensueño. Parejas de enamorados caminan abrazadas por la costanera, algunos jóvenes ríen mientras beben caipirinha y las familias pasean despreocupadamente, mientras eligen donde cenar. Rúa das Pedras –donde se pueden encontrar productos lujosos y las marcas más importantes– y Manoel Turibio de Farias, donde abundan los comercios locales, son las principales calles del centro. Ideal para comprar suvenires baratos y de calidad, la plaza Santos Dumont se convierte en feria artesanal por las noches. Allí es habitual algún espectáculo callejero de capoeira.
Tras un largo día de playa, acostarse y oír el ruido del mar al romper sobre la costa es lo único que faltaba antes de cerrar los ojos.
Unos 30 km al oeste de Buzios, Arraial do Cabo es un paraíso de blanquísimas arenas y aguas de color turquesa, tan cristalinas que permiten observar en detalle la vida que se encuentra 20 metros bajo la superficie. Nos preparamos para un paseo que llevará todo el día y que jamás olvidaremos.
Desde el puerto de Arraial nos embarcamos en una especie de fragata, que nos llevará por las islas que forman la península y nos dejará descender en extensas playas de aspecto agreste, como Pontal do Atalaia, la primera parada. Nos detenemos a observar el entorno, rodeado de morros y rocas, y bajo un cielo azul infinito nos atrevemos a cerrar los ojos para escuchar la naturaleza dominante. Uno de los guías explica que estamos frente a una reserva ecológica.
Nos comentan que una franja rocosa divide en dos la playa de Pontal do Atalaia. Para acceder a ese remanso de arenas blancas y aguas calmas y transparentes hay que descender por un sendero desde el Morro do Atalaia. Después del pequeño esfuerzo que demanda la caminata, los visitantes son premiados con una espectacular vista panorámica de la Ilha do Farol.
Pasó casi una hora y retomammos el rumbo de la excursión. Lo que tenemos ante nuestros ojos ahora es la Gruta Azul, un sitio cavernoso de 15 metros de altura, donde el reflejo del agua contra las paredes y el manso oleaje que hamaca la embarcación nos hipnotiza. Cada parada será de unos 50 minutos y nos permitirá disfrutar del mar, cuya temperatura cambia según la corriente.
Últimos placeres
Mientras continuamos con el recorrido, tenemos tiempo en el barco para hidratarnos e ir al baño –ya tenemos bien en claro que la caipirinha tendremos que pagarla aparte–, pero a pocos metros la costa de la playa Ilha do Farol brilla como un tesoro y volvemos a la aventura. Antes de lanzarnos de cabeza al agua, nos cuentan que la arena, un finísimo polvo blanco, no quema, pero nos recomiendan que usemos protector. Ocurre que el reflejo del sol es mucho más intenso que en las arenas doradas a las que estamos acostumbrados.
Al pisar tierra sentimos ese polvillo acariciando nuestros pies. El agua es una piscina natural y, luego de bañarnos sucesivas veces, nos damos cuenta de que no alcanzamos a ver más que azul y verde. En definitiva, caemos en la cuenta de que en esta porción paradisíaca de la costa atlántica hemos gozado de unas inmejorables vacaciones.
MINIGUÍA
Cómo llegar. En temporada alta, Aerolíneas tiene 5 vuelos diarios directos de Bs. As. a Río de Janeiro (3 hs.). En enero, desde $ 13.460 ida y vuelta con impuestos. En la primera quincena de febrero, desde $ 12.140; después, desde $ 12.290.
Combi del aeropuerto de Río de Janeiro hasta Buzios (180 kilómetros; tarda 3 horas), 180 reales ida y vuelta.
Dónde alojarse. Habitación doble con piscina, solarium, sauna, wi-fi y traslados ida y vuelta a la playa y, a la noche, hasta centro en el hotel Casa do Catavento, desde $ 1.453 en temporada alta y desde $ 1.014, en temporada baja.
Habitación doble con piscina climatizada, solarium, wi-fi, merienda, estacionamiento y aire acondicionado en el hotel Coronado Beach, desde $ 2.602 en temporada alta y desde $ 1.297, en temporada baja.
Habitación doble con vista al mar, desayuno, wi-fi, aire acondicionado, sauna, piscina y reposeras en el hotel Colonna Galápagos, desde $ 3.642 en temporada alta.
Habitación doble con balcón o terraza, vista al mar, aire acondicionado, piscina y jaccuzzi en el hotel La Pedrera, desde $ 4.020.
Hostels, desde $ 300 diarios.
Qué hacer. Excursión embarcada de 4 horas con traslado ida y vuelta en combi desde Buzios y almuerzo en Cabo Frío, 150 reales en temporada alta. El precio de otros servicios que se contratan desde Arraial do Cabo ronda los 70 reales.
Actividades: Bautismo de buceo con equipo e instructor (30’), desde $ 845.
Paseo en barco por la costa norte de la península de Buzios con tres paradas (2 hs. 30’), $ 205; incluye agua mineral y gaseosa. La caipirinha cuesta 10 reales.
Excursión en barco por Arraial do Cabo y Cabo Frío (9 hs.) con traslados, paradas en playas, almuerzo “ tenedor libre” en Cabo Frío y visita guiada al centro histórico de Cabo Frío, $ 610.
Dónde informarse. Comité Visite Brasil, Embajada de Brasil en Buenos Aires: Cerrito 1350, entrepiso, teléfono 4515-2422.
[email protected] / buenosaires.itamaraty.gov.br www.visitbrasil.com
Central de Reservas en Buzios: www.centralbuzios.com
Nota tomada de Clarin.com: Buzios: de aldea de pescadores a balneario de fama mundial